jueves, 24 de octubre de 2019

Por su culpa de Alejandra Torres Pichardo






                                                                                                                                   


Usted me dice, ¿ya está grabando?
   Como le decía, debí haberla ayudado, pero mi viejo siempre me decía: eso no es bronca tuya, Bertha. El hijo de la chingada de mi compadre la llevó derechito a la tumba. Mi comadre nunca se disparó, estaba mal de tristeza, pero no loca; sus hijos le preocupaban, ellos, los dos; cómo iba a dejar desamparados a sus chiquillos tan pequeños.
    No, ella fue asesinada, lo que dicen en los periódicos es mentira, mi comadre Juana ya había denunciado varias veces al puerco aquel, yo la acompañé dos veces, pero de esa dos veces la tardaron como si fuera a pedir fiado, nunca le hicieron caso a la pobre, aunque llegara con la cara gorda, hinchada de golpes y sin poder caminar, nunca fueron buenos para atenderla, ya después, las otras veces que la golpeó le dije que se fuera sola, al fin y al cabo ni le hacían caso, yo tenía que atender a mi marido y a mis hijos, sí de por sí, cuando fui con ella que nos dilataron todo el día, mi viejo me puso una de aquellas; que yo no tenía por qué andar en argüendes ajenos, que ese  no era mi problema y que mejor los dejara con su brete, luego yo fui la que le dijo que mejor ya no fuera a denunciar, o que ya no le hiciera caso cuando llegara borracho, que tratara de tenerlo contento, mejor.
    Fíjese que él no era tan malo, había veces que sí la quería, hasta yo pensaba que la Juana exageraba, es que el hombre los llegó a llevar al mercado, a ella y a sus hijos, me consta; eso sí, sin soltar el bote de cerveza. Les compraba algo de mandado; yo por eso mejor ya ni opinaba, es que como decía mi viejo: esas eran sus broncas.
   Más bien yo creo que se fue haciendo más desgraciado cuando Miguelito se les fue de la casa, mi comadre Juana tampoco fue la misma, y es que el compadre le echaba la culpa de todo, de que si el Miguel salió así, y que si fue porque lo mimaba de más, de que si lo ponía a limpiar la casa, que eso sólo era pa’ viejas,  y puras de esas; la comadre sufría, ella me platicaba que el compadre se la había sentenciado, que si un día Miguelito regresaba lo iba a matar, que él no iba a ser la burla de nadie y menos del Miguel, y es que mi ahijado, les salió rarito, desde muy chico ya se le notaba, se llevaba mucho con mi hija la grande, ya nomas veía venir a su padre todo borrachote y corría a esconderse, y es que lo metía de las orejas cuando lo veía platicando con las niñas, los demás chiquillos siempre se reían de él, y un día ya grande, ya de edad, nomás le dejó una carta a la Juana diciéndole que se largaba, que se iba a rentar una casa del centro con unos amigos, nunca dio la dirección, sólo se fue y jamás se le volvió a ver, el compadre dijo que mejor, que prefería no tener hijo a que fuera maricón. Mi comadre se fue acabando de tristeza, sólo le quedaron sus dos hijos chicos. Ya cuando mi compadre entró de policía, se sentía muy cabrón, más perro que antes, ahora no había día que no se fregara a la Juana, nomás se oían los gritos y los chingadazos, a veces me daban ganas de ir a tocarles la puerta, pero mi viejo decía que no era nuestro problema, y tenía razón, porque en una de esas ya enojado, el compadre, podía sacar la pistola y hasta a mí me tocaba; y ándele que le toca a mi comadre, aunque digan que ella solita se disparó.
   Oiga, ¿y se va a tardar mucho? es que ya casi empieza mi serie de narcos y mi viejo ya va a llegar del trabajo. Pos yo ya dije todo lo que sé, nomás no me echen de cabeza con el compadre. ¿Me pueden distorsionar la voz y ponerme cuadritos en la cara?
   ¿Qué día salgo en la tele?